Expertos en psicología experimental de la Universidad de Granada estudian la sinestesia, un fenómeno que permite oler sonidos, ver olores y escuchar colores. Algunas personas acuden a las consultas por este motivo, pero los estudios demuestran que no se trata de una enfermedad.
Victoria Quesada Sacristán 09/05/2007
Alicia Callejas y Juan Lupiáñes, profesores del departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada, llevan años desgranando las características de un fenómeno tan curioso como desconocido, que se da en una de cada mil personas: la sinestesia.
Se trata de una asociación entre estímulos que en principio no están asociados, ocurre de manera aleatoria y en cada persona es diferente. "Se siente una estimulación sensorial que viene de uno de nuestros cinco sentidos y se experimenta algo que proviene de otro sentido", ha explicado Callejas.
La mayoría de los sujetos que tienen sinestesia no lo saben porque creen que su forma de percibir el mundo es común al resto de las personas, y tienen tal sensación de certeza sobre sus percepciones que cuando algo no se ajusta a ese esquema les produce una sensación de desagrado, llegando a producirse en algunos casos cuadros de ansiedad. Además, llegan a acudir a las consultas de los médicos, donde "muchas veces son derivados a psiquiatría sin necesidad, porque la sinestesia no es una patología".
Callejas ha elaborado una tesis doctoral que supone uno de los trabajos más minuciosos sobre este fenómeno. Su estudio ha realizado un recorrido por los distintos tipos de sinestesia que existen, centrándose en el denominado grafema-color. "Es el caso más común de sinestesia y consiste en la evocación de colores de forma involuntaria y automática cuando una persona ve o escucha letras, palabras y números". También hay personas que ven colores cuando escuchan un sonido, que estructuran las unidades de tiempo en determinadas localizaciones o que asocian olores a los sonidos. Concretar cuántos tipos existen es muy difícil, ya que las posibilidades, según Callejas, son infinitas.
Una de las características de este fenómeno, que ha sido analizado en el II Congreso Internacional de Sinestesia, Ciencia y Arte, en Granada, es su estabilidad en el tiempo. "La sinestesia no desaparece con los años, aunque puede variar"; por ejemplo, un adolescente sinestésico asocia el color rojo intenso ante la visión de un determinado número y al hacerse adulto ese mismo número le evoca un rojo más apagado.
Utilidad
Algunas de las conclusiones del estudio son que las reacciones emocionales son espontáneas y no pueden ser ignoradas, porque sienten que esa es su realidad. Además, influyen en las personas sinestésicas, de manera que pueden sesgar sus preferencias y condicionar su comportamiento. Callejas ha apuntado que las investigaciones aún son muy básicas, pero esperan poder determinar en un futuro sus utilidades en el ámbito de la medicina.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario