Industria del
bienestar
El desarrollo socioeconómico ha traido consigo nuevas necesidades. en el sector alimentario, en la industria de la cosmética, del calzado y del vestido, en los centros deportivos... En muchas áreas de la vida se impone ofrecer al usuario un valor añadido, que ha resultado ser la salud. De esta manera, ya no basta con que los productos cumplan la función con la que originariamente se concibieron; además, tienen que dar alguna cualidad preventiva o terapéutica para hacerse un hueco comercial
ALEJANDRA RODRÍGUEZ
En líneas generales, y a pesar de las previsiones económicas para el año que entra -en la que se prevén subidas importantes en el precio de, por ejemplo, productos de primera necesidad y alimentos como la carne- se puede decir que la situación de las familias españolas es buena.
Vivir en lo que muchos han dado en llamar economías saneadas o sociedades del bienestar trae consigo dar un paso más allá en la ley de la oferta y la demanda y, por lo tanto, modificar los patrones de consumo.
De esta manera, una vez que se cubren las necesidades básicas, los fabricantes van añadiendo 'extras' a sus productos para hacerlos más valiosos y atraer así la atención del usuario.
¿Y cuál está siendo el valor añadido de todo aquel que quiere colocar sus artículos en un mercado cada vez más competitivo y agitado? La respuesta es, sin lugar a dudas, la salud. Esta esfera es una de las que más preocupa a la mayoría de los ciudadanos y quizá por este motivo se utiliza como carta de presentación de artículos cada vez más variopintos.
ALIMENTOS
La industria alimentaria ha sido la que ha tomado la delantera en esta tendencia y cada vez son más los productos de este tipo diseñados para mejorar la salud general e, incluso, para paliar diversas patologías, como la hipercolesterolemia o la hipertensión.
Se trata de los denominados alimentos funcionales; aquellos que además de cumplir su función nutricional mejoran marcadores de ciertas enfermedades.
Ya hay margarinas y lácteos capaces de reducir las cifras de lípidos en sangre gracias a la acción de los esteroles vegetales.
En la misma línea se pueden encontrar yogures líquidos que reducen las cifras de tensión arterial gracias a péptidos vegetales o con omega 3 destinados a reducir los triglicéridos y mejorar la salud cardiovascular.
Eso por no hablar de los que contienen una cantidad adicional de fibra para inducir la sensación de saciedad (con el objetivo de evitar la obesidad) y aliviar el estreñimiento; o los que incluyen millones de ciertas bacterias lácticas encaminadas a repoblar la flora intestinal y fortalecer el sistema inmunológico.
Asimismo, ya se han lanzado al mercado quesos y carnes con ingredientes que originalmente no estaban en su composición y que se añaden para que el producto sea no sólo saludable, si no también terapéutico.
Los especialistas se han cansado de repetir que, salvo casos muy concretos (padecer alguna patología que obligue a eliminar ciertos alimentos, por ejemplo), los ingredientes funcionales no son necesarios y en ningún caso pueden sustituir las cualidades de una dieta sana y debidamente equilibrada.
Sin embargo, la progresión de este tipo de productos es imparable -no hay más que mirar a los estantes de cualquier supermercado-; por lo que se hace necesaria una regulación que, por otra parte, las empresas líderes en el sector están pidiendo a gritos. Según sus quejas, muchos fabricantes se han subido al carro de lo funcional y de lo saludable y, sin llevar a cabo labores de investigación y desarrollo, así como trabajos para corroborar las propiedades de sus alimentos, se han lanzado al mercado valiéndose de medias verdades y alegando propiedades saludables sin demostrar aprovechando el vacío legal al respecto.
Por todo ello, el reglamento del Parlamento y del Consejo europeos sobre las A'legaciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos' viene a separar el grano de la paja, de manera que únicamente los alimentos que demuestren convenientemente sus propiedades con respecto a la salud podrán hacer alusión a ellas en el etiquetado.
Eso sí, avisando también de las precauciones -en cuanto a cantidades diarias recomendadas, grupos de riesgo, instrucciones a ciertos pacientes o sectores poblacionales en circunstancias específicas, como la lactancia o el embarazo...- que debe observar el usuario antes de ingerir estos alimentos.
ROPA
En Australia y Nueva Zelanda, países en los que el sol causa estragos desde hace tiempo, llevan años vendiendo prendas fotoprotectoras que proporcionan al usuario un escudo mucho más eficaz que la vestimenta convencional. En España aún no tienen mucho predicamento, pero los expertos no dudan de que en pocos años serán habituales en las tiendas.
El secreto de estos artículos reside en que su hilatura va impregnada de unos compuestos derivados de unas algas muy resistentes a la acción nociva de los rayos ultravioleta. Por su parte, la compañía CIBA ha lanzado un detergente, con Tinosorb, un ingrediente que dota a las prendas que se lavan con él de una pantalla solar equivalente a 30.
Finalmente, Cri-cri, empresa líder en moda infantil, ha desarrollado ropa interior para bebés (bodys y pijamas) cuyo algodón va impregnado con unas microcápsulas que liberan aloe vera, un agente dermoprotector que, además, evita infecciones.
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