sábado, 8 de septiembre de 2007

La habilidad social es la clave de la inteligencia humana


El hombre es un animal social, como bien dijo Aristóteles. Lo que desconocía es que esta capacidad es la base para el aprendizaje humano, mucho más sofisticado que el de sus familiares más próximos, los grandes simios. Science publica hoy varios trabajos al respecto.
DM Nueva York
07/09/07
Los niños tienen una capacidad de aprendizaje social más sofisticada que sus parientes no humanos, según concluye una investigación que publica hoy Science, realizada por cinco investigadores europeos y estadounidenses, entre los que se encuentra la española María Victoria Hernández Lloreda, del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Universidad Complutense de Madrid. La destreza observada en los niños es innata y les sirve para sobresalir tanto en las habilidades físicas como en las sociales."Las aptitudes cognoscitivas sociales son críticas para el aprendizaje", dice Esther Herrmann, del Instituto de Antropología Evolutiva del Max Planck, en Leipzig (Alemania), y autora principal de la investigación. "Los niños son mucho mejores que los simios para entender comunicaciones no verbales, imitar la solución de otro a un problema y comprender las intenciones ajenas".
Los investigadores han enfrentado a 230 simios y humanos -chimpancés, orangutanes y niños de dos años y medio- con una batería de pruebas sobre la cognición primate; en una de ellas, los científicos mostraban cómo abrir un bote de plástico para extraer comida: mientras los simios trataban de romper los recipientes para acceder al interior, los niños imitaban la acción de los investigadores.El resto de las pruebas sobre habilidades sociales de comunicación, aprendizaje y otras aptitudes mentales también se saldaron con la superioridad humana: un 74 por ciento de las pruebas se desempeñaron correctamente, frente al 33 por ciento de los simios.
Los científicos eligieron niños con esta edad porque entonces tienen más o menos el mismo nivel de aptitud física que los chimpancés. A los dos años y medio son lo suficientemente grandes para lidiar con las tareas propuestas y sus padres no les han enseñado mucho, por lo que constituyen una buena comparación. La edad de los simios varió entre los 3 y los 21 años.
Niños, chimpancés y orangutanes
A todos -unos cien chimpancés (Pan troglodytes), cien niños (Homo sapiens) y 30 de los evolutivamente más distantes orangutanes (Pongo pygmaeus)- se les aplicó la misma batería de pruebas cognoscitivas desarrolladas a partir de los trabajos de Josep Call y Michael Tomasello, del Instituto para la Antropología Evolutiva Max Planck, en Leipzig (Alemania).El hallazgo apoya la hipótesis de la inteligencia cultural, que sugiere que los humanos tienen habilidades cognoscitivas sociales características para interactuar en grupos culturales. Una hipótesis alternativa sugiere que los humanos difieren de los simios de manera uniforme en tareas físicas y sociales cognoscitivas porque tienen una inteligencia general mayor.
Ahora, este equipo planea examinar a otras especies cercanas para determinar la evolución de la habilidad cognoscitiva por medio de pruebas sistemáticas que incluyan una comparación de genomas cuando estén disponibles.
A pesar de la superioridad humana, en este número de Science un trabajo de Justin Wood, de la Universidad de Harvard, revela la capacidad de los simios para distinguir entre un proceso intencionado y otro accidental.
La revista dedica además un reportaje a los santuarios de primates, donde se desarrollan muchas de las investigaciones sobre la conexión evolutiva humana y simia.
Nuestros familiares menos listos
Los grandes simios difieren del hombre en que su cerebro es tres veces más pequeño; diversas teorías intentan explicar esta variación del crecimiento entre especies que permite a los humanos disponer de lenguaje, matemáticas simbólicas y razonamiento científico. El hallazgo apoya la tesis de la inteligencia cultural, por la que los humanos presentan habilidades cognoscitivas sociales específicas para interactuar. (Science 2007; 317: 1.360-1.366/1.402-1.405).

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