Por Maggie Fox
WASHINGTON (Reuters Health) - Las personas solitarias son más propensas a enfermarse y morir jóvenes y un grupo de investigadores dijo que la causa puede ser que sus sistemas inmunes están fuera de control.
Los expertos utilizaron un "gen chip" para observar el ADN de personas aisladas y hallaron que quienes se describieron a sí mismas como crónicamente solitarias tenían patrones distintos de actividad genética, de los cuales casi todos involucraron el sistema inmune.
El estudio no muestra qué vino primero, si la soledad o los rasgos físicos. Pero sugiere que podría haber una manera de ayudar a prevenir los efectos letales de la soledad, dijo Steve Cole, un biólogo molecular de la University of California, en Los Angeles, que trabajó en el estudio.
"Lo que muestra este estudio es que el impacto biológico del aislamiento social llega a algunos de nuestros procesos internos más básicos, la actividad de nuestros genes", señaló Cole.
"Hemos sabido durante años que existe esta relación epidemiológica entre el apoyo social -cuántos amigos y miembros de la familia tenemos alrededor- y todo un grupo de resultados físicos", indicó el experto en una entrevista telefónica.
Muchos estudios de grandes poblaciones mostraron que las personas que se describieron a sí mismas como solitarias y que tenían poco apoyo social eran más propensas a morir prematuramente y a tener infecciones, alta presión arterial, insomnio y cáncer.
"Hay dos teorías, la teoría de la provisión social, que básicamente trata sobre lo que otras personas hacen por nosotros en un sentido tangible, material. Por ejemplo, si estoy enfermo y tengo personas a mi alrededor, se van a ocupar de llevarme a los médicos, ver que tome mis pastillas", relató Cole.
"La otra es que hay algo sobre estar aislado y solo que cambia tu cuerpo", agregó.
Su equipo se propuso investigar la segunda teoría.
WASHINGTON (Reuters Health) - Las personas solitarias son más propensas a enfermarse y morir jóvenes y un grupo de investigadores dijo que la causa puede ser que sus sistemas inmunes están fuera de control.
Los expertos utilizaron un "gen chip" para observar el ADN de personas aisladas y hallaron que quienes se describieron a sí mismas como crónicamente solitarias tenían patrones distintos de actividad genética, de los cuales casi todos involucraron el sistema inmune.
El estudio no muestra qué vino primero, si la soledad o los rasgos físicos. Pero sugiere que podría haber una manera de ayudar a prevenir los efectos letales de la soledad, dijo Steve Cole, un biólogo molecular de la University of California, en Los Angeles, que trabajó en el estudio.
"Lo que muestra este estudio es que el impacto biológico del aislamiento social llega a algunos de nuestros procesos internos más básicos, la actividad de nuestros genes", señaló Cole.
"Hemos sabido durante años que existe esta relación epidemiológica entre el apoyo social -cuántos amigos y miembros de la familia tenemos alrededor- y todo un grupo de resultados físicos", indicó el experto en una entrevista telefónica.
Muchos estudios de grandes poblaciones mostraron que las personas que se describieron a sí mismas como solitarias y que tenían poco apoyo social eran más propensas a morir prematuramente y a tener infecciones, alta presión arterial, insomnio y cáncer.
"Hay dos teorías, la teoría de la provisión social, que básicamente trata sobre lo que otras personas hacen por nosotros en un sentido tangible, material. Por ejemplo, si estoy enfermo y tengo personas a mi alrededor, se van a ocupar de llevarme a los médicos, ver que tome mis pastillas", relató Cole.
"La otra es que hay algo sobre estar aislado y solo que cambia tu cuerpo", agregó.
Su equipo se propuso investigar la segunda teoría.
EFECTOS DE LA SOLEDAD
John Cacioppo, un profesor de psicología de la University of Chicago, ha estado estudiando los efectos de la soledad en la salud durante años en un grupo de personas que le permitieron hurgar en su vida social y sanitaria.
El equipo de Cole y Cacioppo estudiaron a 14 de esos voluntarios, seis de los cuales estuvieron en el 15 por ciento más alto de una escala aceptada de soledad.
"Estas son personas que dijeron durante cuatro años seguidos que 'realmente no hay nadie que sienta muy cercano'", dijo Cole.
Los otros ocho fueron los menos solitarios del grupo.
El equipo de Cole tomó muestras de sangre y estudió la actividad de los genes de sus células del sistema inmune, los glóbulos blancos que protegen de invasores como virus y bacterias.
Los 22.000 genes humanos fueron estudiados y comparados y 209 se destacaron en las personas más solitarias.
"Estos 200 genes no fueron una especie de mezcla al azar de genes. Fueron parte de una altamente sospechosa conspiración de genes. Una gran fracción de ellos parecía estar involucrada en la respuesta inmune básica al daño de tejido", dijo Cole.
Otros estaban involucrados en la producción de anticuerpos, la etiqueta que el cuerpo utiliza para marcar microbios y células dañadas para su remoción, agregó el experto.
Los descubrimientos sugieren que las personas más solitarias tenían niveles poco saludables de inflamación crónica, que ha sido asociada a enfermedad cardíaca y arterial, artritis, Alzheimer y otras dolencias.
El siguiente paso es ver si esto puede ser tratado, dijo Cole. "Este es un blanco biológico para su intervención (...) Tal vez podemos darle a estas personas aspirina", agregó.
Muchas personas toman aspirina para prevenir ataques al corazón y apoplejías.
El informe está disponible en la página de internet de la revista Genome Biology en http://genomebiology.com/.
FUENTE: Genome Biology, septiembre del 2007
Reuters Health
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