jueves, 30 de agosto de 2007

«Nunca hay que arrojar la toalla por mal que vengan las cosas»


José M. Fernández Pelegrina, presidente de la asociación Málaga Siglo XXI


A los 39 años le diagnosticaron esclerosis múltiple / Trata de que la silla de ruedas no le amargue la vida / Fue senador siete años y cree que su salida de la política no fue justa / Ha dado clases durante 40 años


30 de Agosto 2007

¿QUÉ recuerdos guarda de su etapa como director del Colegio Lope de Vega?

Unos recuerdos magníficos, sobre todo porque lo convertí en una cooperativa de amigos. Fueron mis primeros contactos en serio con la enseñanza. Luego monté el Alfonso X y más tarde el Colegio Europa. Como no tenía tiempo de atender los tres centros, me dediqué íntegramente al Europa.

En esos años de principios de los 70 había profesores que aún seguían el lema de que la letra con sangre entra.

Yo siempre he dicho que el pegar te quita la razón. A veces, cuando he regañado y castigado a un alumno, me ha dicho: «Don José, deme una torta, pero no me castigue». En esa época los primeros que veían normal dar un cachete eran los padres. Eso afortunadamente ha cambiado.

En su juventud usted era un buen deportista, ¿eh?

Sí, y seguí haciendo deporte hasta que mi enfermedad me lo impidió. Jugué al fútbol hasta los cuarenta y pico años. Al tenis jugaba todos los días. Precisamente, los primeros síntomas de la esclerosis múltiple los noté en un partido de tenis.

Su familia era propietaria de cines. Con ese precedente, supongo que será usted un buen aficionado.

Muy aficionado, sí. Creo que soy el niño que más más películas ha visto. Yo vivía en el edificio del cine Capitol y en mi casa había una ventana que daba a la sala. La película que me gustaba, me la aprendía de memoria. Mi padre era el dueño también del Plus Ultra y del Duque, y de verano tenía el Tívoli y el Campos Elíseos.

De profesor y director del Colegio Europa a senador. ¿Por qué entró en política?

Yo nunca había tenido inquietudes políticas. En esa época de final de los años 80 era presidente de la Asociación de Esclerosis Múltiple y de los centros escolares privados de Málaga. Entonces el PP se interesó por mí y me preguntó si quería ir en las listas al Senado. Lo consulté con mi familia, acepté y tuve la suerte de salir elegido. Estuve dos legislaturas, de 1989 a 1996.

¿Qué recuerda de esa etapa?

Pues la gran ilusión que tenía. Me nombraron presidente de la Comisión Nacional de Minusválidos y de la de Cultura, Educación y Universidades. Creo que hice una buena labor, pero luego, corramos un tupido velo, sin saber por qué me apartaron de la política. Yo había iniciado muchas cosas, a nivel local y nacional, como la Asociación de Parados Mayores de 40 años. Pero por cosas extrañas me vi apartado. A mí eso me dolió.

¿Y sabe por qué prescindieron de usted si lo estaba haciendo bien?

Yo sé los motivos, pero no quiero comentarlos: hay personas que tuvieron mucho que ver en ello. Fue una etapa muy bonita de mi vida y no quiero hablar mal de nadie, pero hubo culpables. Sigo siendo muy querido allá a donde voy. Incluso hay gente que aún me llama senador.

¿Tienen buen humor los políticos?

Pues sí. Hay de todo. He conocido a gente simpática y chistosa y a otra más seria.

Lo digo porque usted participó en un programa llamado 'Saque bola', presentado en Canal Sur por Emilio Aragón, en el que se contaban chistes. ¿No le dio corte salir en la tele como humorista aficionado?

No me dio mucha vergüenza, porque fui acompañado por mi hijo y por un profesor del colegio. Lo pasamos bien y ganamos medio millón de pesetas, que hace 20 años era un dinerito. Al principio de entrar en política, en 1989, la gente me conocía por lo de 'Saque bola'.¿Nos tomamos las cosas demasiado en serio?Creo que sí. Yo le doy un consejo a todo el mundo: que mire para atrás, porque siempre hay cosas peores de las que le pasan a uno.

La esclerosis múltiple le ha llevado a una silla de ruedas, ¿cómo se ve la vida desde ahí?

Al principio es durísimo. Y más para mí, que me gustaba mucho el deporte. De pronto, te ves limitado a estar en una silla de ruedas, a depender de que alguien te lleve o te traiga. ¿Qué ocurre? Que también tiene un lado positivo, por decirlo con buen humor y de broma, que cuando todo el mundo está cansado, tú vas en silla de rueda y te van achuchando. La silla de rueda es mala, pero menos mala de que se cree el que no va en ella. Lo fundamental es eliminar barreras, y no sólo las arquitectónicas, sino también las mentales.

¿La sociedad sigue marginando a los que son diferentes?

Cada vez menos, pero todavía hay quien que te mira raro. De todas formas, la gente es buena y te ayuda cuando lo necesitas. Yo conduzco, porque tengo el coche adaptado, y como no puedo levantarme y sacar la silla del maletero, a la primera persona que pasa se lo digo. Sólo un hombre se negó, porque decía que llevaba mucha prisa. No tengo ninguna queja, lo que pasa es que siguen mirándote un poco como diciendo ¿pobrecito!¿Cómo se puede se puede acabar con eso? Haciéndole ver a la gente que tú eres normal. Yo voy a todos los sitios que puedo y hago una vida lo más normal posible. No es bueno quedarse en la casa encerrado.

Usted ha sido profesor muchos años, ¿son los alumnos de hoy más rebeldes que los de antes?

Son más niños. Antes se hacían las mismas travesuras, pero con más gracia que ahora. Hablabas con ellos y te respondían como un adulto. Ya no doy clases, pero vaya a donde vaya, me encuentro a antiguos alumnos.¿No hay que tirar la toalla nunca por mal que se esté?Nunca, no hay que arrojarla por mal que vengan las cosas. Yo he tenido momentos de tristeza, pero he tirado para adelante. Cuando me diagnosticaron la esclerosis estuve tres o cuatro meses deprimido. Recuerdo una Nochebuena que estuve llorando en mi dormitorio y no quería salir a cenar. Cuando me harté de llorar me dije: «Se ha acabado la esclerosis múltiple». La verdad es que no le hago caso a la enfermedad. Otro golpe gordo fue cuando me apartaron de la política. ¡Con todos los proyectos que yo había puesto en marcha!

Creo que en su juventud también cantaba y estaba en un conjunto. ¿Me equivoco?

Sí. Tocaba el contrabajo y cantaba. Un grupo de amigos íbamos por ferias y fiestas actuando en el conjunto Los Megatones. Lo pasábamos muy bien.

Usted es de los que no para de hacer cosas y no se aburre jamás.

Así es. Ahora, además de la presidencia de la Asociación Málaga Siglo XXI y de otros cargos, estoy escribiendo un libro novelado, basado en un diario de mi abuelo escrito entre 1883 y 1954. Mi abuelo fue teniente de alcalde y estuvo condenado a muerte por ser del Partido Republicano. Como hubo muchas cartas de petición de indulto, no lo fusilaron.

¿Que le habría gustado hacer y no ha podido hasta ahora?

Crear un centro para enfermos con discapacidad que están mal y no tienen familia. Creo que lo voy a hacer.

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