Para algunos trastornos, bastan entre 12 y 15 sesiones.
¿Cuánto debe durar una terapia?
¿Cuánto tiempo de tratamiento necesita una persona para sentirse bien, superar traumas o alcanzar los objetivos personales?
¿Años de diván o diez sesiones?
Aunque Freud decía que uno no se “cura” nunca de su neurosis, por lo que el psicoanálisis podía ser “interminable”, hoy las terapias más modernas buscan un objetivo explícito alcanzable en el corto plazo.
Sin duda, fueron las llamadas patologías de la vida moderna –en especial, los trastornos de ansiedad– las que irrumpieron “pateando el tablero” de la hegemonía longeva que tenía en el país el psicoanálisis y su modalidad de tratamiento de larga duración.
Pero ¿es siempre el psicoanálisis sinónimo de tratamiento prolongado? Para el médico psicoanalista José Abadi, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina, “hay que reconocer que el psicoanálisis puede tener distintos objetivos y, por ende, distintas duraciones. Uno es el tradicional, que apunta a un proceso más largo, de reformulación general de la vida del sujeto".
Pero para Abadi, los psicoanalistas también pueden ser "muy eficaces" en alcanzar un objetivo más puntual: "la resolución de síntomas de la conducta" y entonces, dice, ya no se le pedirá que "hable de lo que quiera", sino que focalice el relato. Sin embargo, advierte que eso no implica "destituir un síntoma por decreto: siempre vamos a buscar el conflicto detrás de ese síntoma, según nuestro sistema de interpretación del inconsciente".
"A mí no me importa cuál sea la teoría, sino que el paciente deje de sufrir lo antes posible -dice por su parte el psiquiatra Alfredo Cía, presidente de la Sociedad Argentina de Trastornos de Ansiedad-. Y eso es lo que logra la terapia cognitiva conductual."
Aunque Cía manifiesta no tener "nada en contra del psicoanálisis, para frenar un ataque de ansiedad no sirve. Y no lo digo yo, sino los pacientes que llegan a verme después de décadas sin salir de su casa por una fobia, estando en tratamiento psicoanalítico. Y con la terapia cognitiva en un mes empiezan a tener una vida o por lo menos pueden retomar sus tareas".
Contra la crítica más habitual que se le hace a esta terapia -que sólo ataca el síntoma-, Cía desafía: "Claro que lo hacemos, si no, ¿cómo bajamos la desesperación?".
"En los trastornos de ansiedad -asegura Cía-, la terapia cognitiva combinada con farmacología tiene una eficacia superior al 70% en comparación con otros tratamientos. Nuestro trabajo se centra en la acción, con un objetivo a alcanzar en un plazo breve. Un ejemplo claro es el de las fobias, en las que la técnica por excelencia es el afrontamiento de lo temido, primero acompañado y paulatinamente en forma independiente."
Un tratamiento de terapia cognitivo conductual consta de doce a quince sesiones y no dura más de 6 meses.
A mitad de camino
"La terapia es un tratamiento y su duración depende de qué afección estemos tratando. No es lo mismo un cáncer que una angina", dice la licenciada Silvia Dameno, vicepresidenta de la Asociación Gestáltica de Buenos Aires. Los tratamientos gestálticos se encuentran a mitad de camino entre los breves y los prolongados, y oscilan entre 6 meses y 3 años.
"Lo que sucede es que hay tratamientos que son sintomáticos (dejar de tener miedo a volar en avión, por ejemplo) y otros que apuntan a un proceso de cambio y crecimiento -dice Dameno-. No tenemos como objetivo el síntoma sino el proceso, pero si te estás llevando mal con tu pareja, esto es lo que hay que trabajar. El motivo de consulta es lo primero. Después se verá qué hay atrás."
De todos modos, por más que se trate del tratamiento que apunta "al proceso de cambio general", Dameno asegura que "no hay terapias de 20 años en Gestalt. Nosotros no somos nada reacios a dar el alta porque el tratamiento debe durar lo que el paciente necesite, no lo que el terapeuta precise".
Pero hace una salvedad: "Siempre se puede volver a la terapia. Y esto no significa un fracaso. El terapeuta no es adivino. Yo puedo cerrar un proceso de un paciente que viene por conflictos de pareja, pero 5 años después tiene un cáncer y necesita volver, no le alcanza con lo que elaboró antes".
Las sesiones de Gestalt duran aproximadamente una hora, son cara a cara y en el piso. "Pero no por eso menos profundas", aclara Dameno. En ellas se usan dramatizaciones, trabajos de roles, de grupos y emplean la modalidad de workshops o talleres intensivos de varios días.
En la experiencia de la profesional, a los que mejor "les calza" la Gestalt, es a "aquellos pacientes muy centrados en lo intelectual, a los que les cuesta registrar que tienen una vida afectiva o intelectual, al yuppie , al genio loco, que muchas veces, irónicamente, se ha psicoanalizado mucho".
Encuentro de opuestos
Aunque en muchos aspectos son opuestas, las corrientes vigentes se juntan en un insólito punto de unión: el paciente, porque, como asegura la gestáltica Silvia Dameno, "en el medio de todo esto, el paciente y sus padecimientos andan por ahí confundidos. Y salvo que conozca del tema, nadie busca una línea específica de terapia, sino algo que los alivie".
Y en esa búsqueda, el mismo individuo que va al psicoanalista acude a un psiquiatra para ser medicado, a terapia de pareja, o a grupos gestálticos o de autoayuda para manejar la ansiedad. Y los resultados, prejuicios aparte, son buenos.
"Es que aunque las terapias cognitivas parten de la premisa de que el paciente debe reaprender conocimientos erróneos que lo han llevado a comportarse de maneras inadecuadas -explica Cía-, no son incompatibles con el psicoanálisis en aquellas personas que han sufrido situaciones traumáticas que han afectado su desarrollo."
Para poder manejar estas terapias más puntuales, Abadi advierte que "los psicoanalistas debemos dejar ese lugar inaccesible que a veces tenemos, porque la técnica se tiñe con la personalidad del analista, que no puede estar en una fría distancia; el analista tiene que sentir respeto, amistad, cariño. El compromiso terapéutico no está reñido con la teoría. Por eso tenemos que ser permeables a otras teorías que permiten un trabajo más activo que el de la asepsia original".
Por Florencia Bernadou Para LA NACION
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