Ancianos, niños y enfermos son los más sensibles a los efectos de las altas temperaturas
Madrid, 11 agosto 2007 (AZprensa.com)
Ancianos, niños y pacientes con trastornos cardiovasculares o respiratorios son los más sensibles a los efectos del fuerte calor que, algo con retraso sobre lo previsto, ha comenzado a bañar en sudor a los españoles.
Con el fin de llevar del mejor modo posible esta situación, los expertos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) aconsejan poner en práctica una serie de recomendaciones, tales como ingerir abundantes líquidos, moderar las bebidas alcohólicas, evitar las comidas excesivas, primar en nuestra alimentación las frutas y verduras, limitar la actividad física y usar ropa ligera de tonos claros, toda vez que, como es sabido, el color negro absorbe el calor mientras que el blanco actúa a modo de escudo protector.
Ancianos y niños menores de 5 años son los más vulnerables a los efectos de las altas temperaturas por la razón de que el mecanismo termorregulador de que disponemos (que no es otro que el sudor, mediante el que nuestro cuerpo expulsa el calor que le sobra), puede funcionar inadecuadamente en el caso de los primeros o no estar aún del todo desarrollado en lo que se refiere a los más pequeños.
La consecuencia más común es la deshidratación. En los casos extremos y siempre preocupantes, puede aparecer lo que se denomina golpe de calor, que se manifiesta por un dolor de cabeza cada vez más intenso, malestar general, nauseas, dolores musculares y pérdida de conocimiento que puede llegar al coma. Ni que decir tiene que en tal supuesto es obligado el traslado del individuo al hospital más cercano para devolverle sus constantes hidroelectrolíticas y disminuir la elevada temperatura corporal.
En todos los demás casos de trastornos producidos por el calor se deben adoptar una serie de medidas, como trasladar al afectado a un lugar fresco, mantener su cabeza un poco alta y colocar compresas de agua fría o bolsas de hielo sobre ella. También, y siempre que esté consciente, hay que administrarle abundante agua.
Ojo con los medicamentos
Los neumólogos señalan asi mismo que algunas dolencias pueden causar deshidratación o influir en el centro termorregulador hipotalámico. En este sentido, explican que enfermedades agudas como diarrea, infecciones o quemaduras cutáneas, y otras crónicas como hipertensión, enfermedades mentales y obesidad, requieren unas precauciones especiales a la hora de prevenir trastornos provocados por el calor.
De igual manera, advierten de que los tratamientos con fármacos como diuréticos, anticolinérgicos y barbitúricos pueden favorecer la pérdida de líquidos o producir una elevada toxicidad en pacientes deshidratados, por lo que en caso de estar haciendo uso de ellos conviene ser prudente y recabar, si se tienen dudas, el consejo de un médico.
Alimentación sana
“El verano pude ser -según aclara el doctor José Gallardo Carrasco, miembro de la SEPAR-, un buen período del año para introducir mejoras en la alimentación que no sólo nos reportarán mejor salud en general, sino que también contribuirá a hacernos más llevadero del exceso de calor. En este sentido, aconseja dar prioridad a la ingestión de hidratos de carbono (pan, pasta, arroz, patatas, legumbres, frutos secos, etc.) y otros alimentos ricos en fibra, como hortalizas y frutas, frente al consumo de grasas. Estas últimas nunca deberían superar el 30% del aporte calórico, mientras que se puede perfectamente abusar de las frutas, toda vez que son una importante fuente de vitaminas y de las sales minerales que perdemos con el sudor.
En cuanto a hacer deporte, este neumólogo desaconseja los más intensos, aunque se concentren en poco tiempo, y sugiere en su lugar los de tipo aeróbico, aunque sin llegar en ningún caso al umbral de la fatiga. “Pasear a un ritmo vivo o la gimnasia, podrían ser ejemplos de ejercicios aptos para estas fechas”, comenta el especialista, quien comenta también, como principio general, que durante estas fechas se deben evitar los cambios bruscos de temperatura, “a veces hasta de 20 grados”, que se producen cuando se sale de un hogar o local en exceso refrigerado y nos sumergimos en el calor insoportable de la calle.
“Lo ideal -comenta al respecto- es que en los ambientes condicionados el termostato no baje de los 22 o 23 grados. Con ello, además de ahorrar energía, se evitarán los cambios bruscos de temperatura que propician resfriados, faringitis y neumonías”. -
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