'Más un reconocimiento que un premio', esto es para Antonia Martín de Vidales hacer sido la elegida a nivel nacional para el Evelyn Nicholson Award 2007, premio internacional que reconoce la figura del cuidador en Esclerosis Múltiple y del que esta madre de una hija que padece la enfermedad ha sido finalista. Lo hace 'muy a gusto' porque es 'mi hija'. Y, aunque el día a día es muy duro, tanto para ella como para la Paciente y para su nieta de 11 años, Antonia nunca ha pedido ayuda a nadie.
Está divorciada y, además como ella misma cuenta, 'fui de las primeras en España'. Se casó a los 19 años y cuando todavía no tenía el medio siglo ya tenía su cargo a tres niños, trabajo en el que poco le ayudó su marido, de quién acabó separándose y cambiando de ciudad por temor a su vida y a la de sus hijos. Cuando le preguntamos como es su día a día contesta que 'muy duro'. 'Desde siempre he trabajado fuera de casa. Tengo 62 años y nunca he pedido ayuda a nadie. Me tuve que marchar a Madrid porque mi vida corría peligro y lo dejé todo, mi trabajo. He vivido allí 14 años hasta que, gracias a Dios, he podido volver a mi tierra'.
Pilar, la pequeña de sus tres hijos, fue diagnosticada de uveitis a causa de una ceguera cuando tenía 22 años. A raíz de este diagnóstico empieza a trabajar en la ONCE como vendedora de cupones. Pero hace tres años le diagnosticaron Esclerosis Múltiple primaria progresa, es madre soltera de una niña de 11 años y padece obesidad mórbida.
'El día a día de Pili es muy malo', nos cuenta su madre, 'televisión, música, jugamos al parchís… pero no puede salir a la calle y la casa se ha convertido en una cárcel para ella'. Viven en el primer piso de una casa sin ascensor, con una escalera demasiado estrecha y en una casa que se hizo 'para cuando ella estaba bien'. La vida cotidiana se hace cada vez más difícil 'no la puedo duchar todos los días porque no puedo con ella. Es una ducha que hace esquina con una mampara y para entrar y salir lo veo cada vez más complicado. A veces, mi nieta me ayuda cuando no está en el colegio, pero 11 años'.
Para Antonia lo más importante ahora es 'el cambio de domicilio'. Ella lo llama 'factor número 1'. 'No por mi, porque me da lo mismo vivir aquí o allá, sino por mi hija. Tiene un baño muy reducido para el día a día y siete escaleras que le impiden salir a la calle'. Lo que bien es cierto es que paga unos 600 euros de hipoteca, a pesar de que sus ingresos se limitan a una pensión que proviene de una incapacidad laboral por enfermedad (angina de pecho, hernias...), y de que su hija está a la espera de pasar por el Tribunal Médico para optar a una incapacidad laboral.
En una ocasión se decidió a consultar a un asistente social del ayuntamiento pero no podía pagar los más de cien euros que le pedían al mes por la ayuda de una enfermera y prefirió seguir cuidando de su hija y 'guardar ese dinero para cuando las cosas fueran peor'. Cada tres meses, Pilar debe ir al hospital y sólo entonces sale a la calle, con la ayuda del personal de la ambulancia que la sube y la baja. 'Le hacen un micro cardiograma y una analítica para ponerle la mitrosantrona'.
Aún así, dicen de ella los que la conocen, que 'resulta envidiable la actitud positiva, realista y de apoyo incondicional que proporciona a Pilar, así como la manera en que afronta las circunstancias adversas en su vida'. Ella dice que tiene sus baches pero que esos se los guarda para ella. 'No soy tan fuerte como aparento', pero todavía le quedan fuerzas para seguir adelante y dar un mensaje de ánimo para quienes, como ella, cuidan de un familiar enfermo: 'ayudar a otra persona es lo más grande. Esto es cuestión de ayuda y de valorar que un ser humano necesita todo y colaborar con ello'.
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