jueves, 29 de noviembre de 2007

CARTA PUBLICADA EN EL DIARIO "LA VANGUARDIA"

Carta de una enfermedad

Montserrat Ramírez Campos

29/11/2007
Sres. Gobernantes:
Me presento. Mi nombre es enfermedad degenerativa, tengo múltiples variantes, formo parte de millones de vidas, infantiles, jóvenes, maduras y ancianas. La palabra degenerativa, es mi apellido, que casi siempre queda ocultado por el nombre de la enfermedad, un gran error, porque yo, que se quien soy, puedo asegurarles que tiene una gran importancia. Soy un enemigo invencible e invisible, en ese mágico momento para muchas personas, en el que sus cuerpos se funden para ser uno solo y dar vida a un nuevo ser, YO, ya gano la batalla, en ese preciso instante en que una nueva vida empieza a crearse. Me infiltro en su cadena de adn, y me quedo allí seguro y resguardado, sin importarme el tiempo que pase, porque sé que tarde o temprano, yo seré el vencedor. Y como me divierto en el momento del nacimiento!, cuando todos, inocentes ellos, celebran que todo ha ido bien, sabiendo que yo, tengo la última palabra.

Soy caprichosa, me gusta jugar con el destino de las personas, ese que creen que pueden controlar, hasta que aparezco yo, y me impongo, pongo las cartas sobre la mesa, y todo el mundo cierra la boca. A veces, lo hago en la más tierna infancia, soy experta en robar ilusiones a los niños, aunque estos posean una capacidad especial para sobrevivir a las adversidades, pero todo y así, yo les robo, les robo sus años de inocencia, de muy diferentes maneras, a veces les privo de hablar, de saber lo que es correr tras una pelota, de cosas que para otros niños, son lo más normal del mundo. Otras veces, me gusta retrasarme, y dejo que la gente viva su vida aparentemente normal, hasta que cuando están en la juventud, o en la madurez, me manifiesto en una serie de síntomas que a priori no preocupan, hasta que los exámenes facultativos sacan mi nombre…, y vuelvo a ganar.

En todos los casos, yo, enfermedad degenerativa, tengo la sartén por el mango, y decido con más o menos celeridad, cuando pongo fin a la vida de las personas en las que he vivido desde su nacimiento. A veces soy un poco benévolo, y el final es relativamente rápido y fácil, otras, me gusta divertirme y tardo más tiempo. Yo no entiendo de dolor, y mucho menos del dolor de familiares y amigos.

Sres. Gobernantes, les felicito, porque aunque se que se dedican a múltiples tareas para el beneficio de la sociedad, los que me padecen, siempre están a la cola de la lista de prioridades. Eso si, dan gran bombo y platillo cuando inventan alguna serie de medidas para paliar o mejorar la calidad de vida de esas gentes, pero, por suerte (para mi), siempre pasan por delante otras prioridades en ser puestas en marcha (léase cheques bebé, por poner un ejemplo…), y es que yo les comprendo. Mi gente tiene mala fama, mis niños no son dignos de aparecer en las portadas de las revistas de bebés, esos que siempre son sonrosados, rubios y con ojos azules. Mi gente, los del Club de los Desamparados, no generan riqueza, no venden, son la prueba fehaciente de en lo que se puede convertir Vd. o su hijo, o su vecino, de un día para otro. Son gente no productiva, solo genera gastos a la Administración. Aunque son válidos para algo, y Vds. lo saben muy bien, y lo aprovechan mejor, son la mejor arma para fotografiarse con ellos en época electoral, sacar pecho y prometer, lo que con suerte, podrá cumplirse en no sé cuantos mandatos más adelante…

Son conscientes de que hay cientos de miles de personas que viven a la espera de la puesta en marcha de ayudas que les permitan llevar una vida digna, pero no tienen prisa ninguna, aún sabiendo que el reloj para ellos corre mucho más deprisa que para las demás personas, y que cada día de retraso conseguirá que muchos de ellos no lleguen a necesitar y mucho menos a disfrutar nada, porque simplemente no estarán aquí , habrán llegado tarde, porque yo les habré abarrotado la vida, ganando una vez más la batalla. No tengan prisa, tampoco se preocupen, Vds. nunca sabrán sus nombres, ni tampoco de su dolor e impotencia, y mucho menos la de sus familiares y amigos.

Aprovecho la ocasión para saludarles muy atentamente, y darles las gracias por ser un gran aliado para mí: Enfermedad degenerativa, sentencia segura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que verdades dice esto!!!!! Dolorosas, pero verdades.