Hay una mala noticia para los pesimistas: en un decenio, la esperanza de vida ha crecido en España dos años. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, la mujer española ha alcanzado una esperanza de vida de 83,48 años. En Europa sólo las francesas son más longevas que las españolas y en Asia también superan a las españolas las japoneses.
El varón universal -y, por tanto, el varón español- casca siempre antes que la mujer. En España el varón se va al cielo, al infierno, al paraíso -esto depende porque en España hay ya más de un millón de musulmanes, casi siete años antes que la mujer española. También hay que matizar que la calidad de vida del hombre es todavía superior a la de la mujer: resulta que el hombre vive menos años pero vive mejor.
Basta con recordar, por ejemplo, que son las mujeres las que se hacen cargo, en una proporción muy superior a lo que lo hacen los hombres, de los familiares enfermos, lo que conlleva una gran dureza de vida, para comprender que la calidad de vida de la mujer tiene que ser inferior. Esas enormes responsabilidades familiares de las mujeres ejercidas con seres dependientes conllevan un desgaste físico y un estrés que, obviamente, pasan unas facturas terribles. En 1901 la esperanza de vida de las españolas era de algo menos de 36 años y la de los hombres no llegaba a los 34 años. Que sufran -que es lo suyo- los aficionados a las lamentaciones.
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