octubre (HealthDay News/Dr. Tango) --
Una nueva investigación le está quitando parte del misterio al fenómeno común conocido como experiencia "extracorpórea".
Un equipo de científicos belgas ha relacionado la sensación de desconexión con el alma que es la parte principal de la experiencia, esa percepción de salir del cuerpo y flotar en su exterior, con la actividad anormal en una región específica del cerebro.
Esa actividad parece hacer un cortocircuito del procesamiento de la información sensorial y la capacidad de localizarse a uno mismo en el tiempo y el espacio, afirmó el equipo.
"La autopercepción no es nada más que una creación del propio cerebro", explicó el Dr. Dirk De Ridder, neurocirujano y autor principal del estudio, del departamento de neurocirugía de la Universidad de Antwerp. "Encontramos un lugar clave del cerebro en el que normalmente se activan distintas áreas en cualquier momento en que entra un estímulo, de manera que se pueda relacionar el estímulo con uno mismo, lo que ayuda a crear una percepción unificada de nosotros mismos".
"La 'percepción total del yo'", añadió, "está constituida por distintas partes. Y una de esas partes es que el lugar de la conciencia es el propio cuerpo".
"Pero cuando algo sale mal en esa área del cerebro de manera que la integración de toda la información entrante (vista, oído, olfato, los sentidos) no sucede como debería, entonces uno puede sentir que no está dentro del cuerpo", apuntó De Ridder. "Se puede tener una experiencia extracorpórea. Uno está perfectamente consciente. Simplemente se siente como si en realidad uno no estuviera dentro del cuerpo".
Su equipo publicó su hallazgo en la edición del uno de noviembre del New England Journal of Medicine.
El equipo de De Ridder descubrió lo que considera una conexión predeterminada entre la experiencia extracorpórea y la actividad anormal específica del cerebro. Lo hicieron mientras observaban los efectos secundarios no anticipados de un tratamiento ofrecido a un paciente belga de 63 años que sufría de tinnitus, conocido más comúnmente como "zumbido en los oídos".
Para aliviar su afección, los médicos implantaron electrodos en una región del lado derecho del cerebro, que se conoce como unión temporoparietal.
Desafortunadamente, la estimulación de los electrodos no detuvo el zumbido en los oídos. Sin embargo, durante el proceso, los médicos encontraron que el paciente tenía repetidamente lo que describía como una experiencia extracorpórea.
Desafortunadamente, la estimulación de los electrodos no detuvo el zumbido en los oídos. Sin embargo, durante el proceso, los médicos encontraron que el paciente tenía repetidamente lo que describía como una experiencia extracorpórea.
Al monitorizar el uso de un botón controlado por el paciente que se oprimía al inicio y final de cada experiencia, los investigadores encontraron que dentro del segundo siguiente a la estimulación del cerebro con los electrodos, se provocaban experiencias extracorpóreas que duraban entre quince y 21 segundos por episodio.
Aunque en ningún momento causó una alteración de su sensación de consciencia, durante cada episodio, el paciente informaba constantemente que sentía que se salía de su cuerpo e iba a un lugar concreto, específicamente a unas 20 pulgadas (alrededor de medio metro) detrás de su cuerpo hacia la izquierda. La percepción seguía siendo igual, independientemente de si el paciente se encontraba de pie o acostado durante la estimulación con electrodos.
El paciente no desarrolló en ningún momento la sensación de estar viendo su cuerpo real desde otro lugar, un fenómeno conocido como autoscopia. En cambio, dijo que en cada episodio extracorpóreo, percibía visualmente el mundo igual que siempre, desde el punto de vista de su propio cuerpo. Sin embargo, al mismo tiempo continuaba sintiendo como si su cuerpo estuviera ubicado en otro lugar.
Durante estimulaciones reales y falsas (de placebo) repetitivas, los investigadores llevaron a cabo doce escanografías por TEP del cerebro del paciente.
Las exploraciones revelaron que durante cada episodio extracorpóreo, la actividad cerebral aumentaba en dos áreas que rodeaban el implante del electrodo, una área pequeña en la que el giro angular se encuentra con el giro supramarginal, y la sección posterior de la corteza temporal superior.
Se sabe que esa primera área está relacionada con la integración de los estímulos sensoriales (como la vista, el sonido y el tacto) para establecer la orientación de la cabeza y el cuerpo en el espacio.
Se sabe que esa primera área está relacionada con la integración de los estímulos sensoriales (como la vista, el sonido y el tacto) para establecer la orientación de la cabeza y el cuerpo en el espacio.
La otra área es reconocida como parte integral de la formación del llamado "mapa" de autopercepción, un ingrediente clave para establecer la conciencia del yo.
Los investigadores concluyeron que la estimulación con electrodos de esas dos áreas parecía alterar la autopercepción espacial de la persona, al mismo tiempo que no afectaba la autoconciencia global, la capacidad para percibir el mundo circundante. El resultado fue una experiencia extracorpórea.
Sin embargo, advirtieron que aunque se sabe que los epilépticos, los pacientes que sufren de migraña y tinnitus, y los que pasan por una experiencia cercana a la muerte experimentan episodios extracorpóreos de manera espontánea, no está claro si una estimulación proactiva de las dos áreas craneales identificadas, que normalmente no se activan de manera simultánea, induciría una experiencia similar en individuos sanos.
"Es bastante poco común", apuntó De Ridder. "Tal vez sea posible desencadenar esta experiencia, e incluso probable en un cerebro normal, así como interrumpir la integración normal de las funciones, de los sentidos. Pero aún no estamos seguros".
"Es algo fascinante", señaló Paul Sanberg, profesor universitario distinguido y director del Centro de excelencia para el envejecimiento y la reparación cerebral de la Facultad de medicina de la Universidad del Sur de Florida, en Tampa.
"Nos brinda un mecanismo fisiológico para las experiencias extracorpóreas bajo distintas condiciones", dijo. "Y apunta que nuestro sentido del yo no es sólo nuestras capacidades cognitivas y nuestras emociones, sino también nuestro sentido del tiempo y el espacio".
"Entonces, me imagino que si se puede estimular una parte del cerebro que se ha encontrado que controla dónde estamos en el espacio. la orientación y nuestra sensación de cuerpo, podría dar la sensación de estar fuera del cuerpo", especuló. "Podría darnos la sensación de estar en otro lugar. Tal vez no una verdadera experiencia extracorpórea. Pero una experiencia perceptiva, de cualquier manera".
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
HealthDay
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