sábado, 7 de junio de 2008

Europa sigue mal

repartida en materia

de salud.


Un estudio constata que las desigualdades socioeconómicas se traducen en diferencias asistenciales y de mortalidad.


ALEJANDRA RODRÍGUEZ
Un trabajo publicado en el último número de la revista 'The New England Journal of Medicine' ha constatado que las diferencias socioeconómicas de una población repercuten directamente en la calidad asistencial en materia de salud que reciben sus ciudadanos; así como en desigualdades notables con respecto a los países del entorno.

Asimismo, esta falta de homogeneidad se traduce en una mayor mortalidad en los colectivos menos favorecidos; entendiendo por este término aquellos que no tienen un nivel educativo aceptable, una actividad profesional reglada o un nivel de ingresos en la media del resto de sus vecinos.

Los autores de este seguimiento evaluaron estas circunstancias socioeconómicas, así como los resultados de salud en cada país del Viejo Continente (teniendo en cuenta las recientes incorporaciones a la Unión Europea). Además de realizar una evaluación individual para cada nación, los científicos llevaron a cabo una comparación internacional.

Según parece, la entrada en la UE de los países del Este y los que baña el mar Báltico ha repercutido en mayores desigualdades en materia de sanidad.
Los hábitos nutricionales, el tabaquismo, el consumo de alcohol y el nivel de autocuidado conforman un conjunto de factores determinantes a la hora de explicar esas diferencias en lo referente al nivel sanitario y a las cifras de mortalidad de los países europeos.

De esta manera, los ciudadanos que fuman y beben más, se alimentan peor y presentan más tasas de obesidad coinciden en prácticamente todos los países: son los estratos sociales con un nivel educativo más bajo. Según los datos obtenidos en la investigación, la falta de equidad es mayor en los medios urbanos que en los rurales.

A pesar de no ser países punteros en esta valoración, Italia y España no salen mal parados. Es más, en las conclusiones del artículo se apunta que estas naciones "cuentan con unas prestaciones sanitarias que no son ni las más generosas ni las de mayor cobertura; en comparación con los europeos del norte. Sin embargo, no se aprecian grandes desigualdades en términos de mortalidad".

Los motivos de que con peores perfiles socioeconómicos los resultados de salud sean relativamente parejos a los de naciones más aventajadas son achacables, según apuntan los responsables del trabajo, al estilo de vida mediterráneo (que no sólo abarca la dieta) y a ciertos condicionantes culturales relativos al autocuidado.

Un ejemplo es el hecho de que las mujeres de la cuenca del 'Mare' 'Nostrum' no sean todavía unas fumadoras tan empedernidas como sus homólogas nórdicas o anglosajonas (y eso que las féminas patrias están alcanzando a los varones en este hábito nocivo).

Para paliar la situación es necesario "mejorar el acceso a la educación, distribuir la riqueza más equitativamente, fomentar el cuidado de la salud y facilitar el acceso a los servicios sanitarios", resume el estudio.

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