lunes, 9 de junio de 2008

El origen de las enfermedades.

Según el naturópata John Ray “las enfermedades son los intereses que se pagan por los placeres”. Pero en una vida cada vez más ligada a los padecimientos del estrés, ¿cuál es el verdadero origen de las dolencias físicas?

Por Leonardo Vintiñi
Aún recuerdo la última vez que transité los pasillos de un hospital en busca de una sala. No estaba enfermo, buscaba a mi padre. Lo hacía frecuentemente hace tres años, cuando visitaba la sala de informática en la que aún se desempeña como jefe de sección. Antes de ello, los recuerdos de haber padecido alguna enfermedad, por mínima que fuera, se desdibujan en los años de mi adolescencia. Entre aquella juventud plena y la tardía de la que aún gozo, prometo no haber tocado medicina alguna, ni la tan corriente aspirina, ni la más amigable “receta de la abuela”. Por supuesto, esta aparente ausencia de enfermedades de la que gozo no es un producto sin causa; es el resultado de una ecuación simple, compartida por no pocos millones de personas alrededor del planeta. 1

Gen, ambiente, mente: en busca del origen del mal

Postular que el origen de todas las enfermedades tiene una sola fuente de origen puede parecer arriesgado. Sin embargo, desde la antigüedad hasta nuestros días, siempre han existido grupos ideológicos afirmando conocer la causa única de todos los males del cuerpo. Ya el doctor Louis Kuhne, uno de los padres de la naturopatía, afirmaba que “las perturbaciones de la digestión son las causas de todas las enfermedades”. Por otro lado, la medicina moderna, resume a los orígenes de las enfermedades en infecciosas, genéticas, ambientales, oncológicas, nutricionales, degenerativas y autoinmunes. Para algunas corrientes de pensamiento, las enfermedades son un producto exclusivo de la mente.

Ante tan diferentes perspectivas de lo que entraña una dolencia humana, cabe preguntarse si alguna de ellas ha conseguido dar en el meollo de sus fuentes, y si, de hacerlo, esto sirvió de algo. Probablemente, cada una de las visiones descritas haya develado un rasgo de la verdad, y haya contribuido, a su modo, en el combate contra las enemigas de nuestra integridad psicofísica. Sin embargo, la meta de la salud perfecta parece una utopía aún lejana al universo del hombre actual. Cuantas más vacunas, drogas y tratamientos se consiguen descubrir y sintetizar, más enferma parece tornarse la sociedad como conjunto. Y en un cuadro en el que las llamadas “enfermedades modernas” amenazan con transformarse en colectivas año tras año, el estrés social su muestra como una puerta de entrada para viejas y nuevas enfermedades. El papel de la mente en el esquema corporal, tan relegado en años anteriores, adquiere cada vez más un papel preponderante al hablar de enfermedades.

La enfermedad emocional

A fines de la segunda guerra mundial, cuando experimentos militares secretos de todo tipo eran moneda corriente, el papel dominante de la mente sobre el cuerpo fue determinado hasta un grado máximo. En una simple treta psicológica, un hombre atado a una cama y con los ojos vendados, fue convencido de que iban a cortársele las venas para que muriera desangrado. Acto seguido, una de sus muñecas fue rasguñada muy levemente y de un grifo cercano se dejó gotear el agua simulando a la víctima de estudio que era su propia sangre la que caía al piso. Pocos minutos más tarde, la poderosa interacción entre mente y cuerpo terminó por quitarle la vida.

Demostrar que el factor psicológico es capaz de causar la muerte, nos devela cuán comprometida puede encontrarse la mente en los procesos patológicos. Hoy en día, es reconocido que prácticamente el 70% de una enfermedad consta de un factor psicológico agravante, y el restante 30% representa la verdadera dolencia. Es decir, si el factor psicológico fuese completamente eliminado, nuestros padecimientos se reducirían en una proporción considerable. Pero ¿podría utilizarse el mismo factor psicológico en forma inversa para nuestro beneficio?

La respuesta es que las enfermedades no solo se curarían más rápido con una actitud positiva, sino que la moral, el autodominio de las emociones y la fortaleza espiritual se perfilan cada más como la punta de acero del sistema inmunológico humano contra todo tipo de males. Por ejemplo, nuestro organismo se ve expuesto constantemente a los agentes patógenos causantes del resfrío, gripes, y un sinnúmero de enfermedades típicas; sin embargo, nuestro sistema de defensa barre a diario con todo elemento pernicioso mientras el sujeto se encuentre con un estándar de vida óptimo. En cuanto el estrés se apodera de su mente, las defensas decaen y las enfermedades tienen una puerta de entrada segura.

Un ejemplo aún más claro lo brinda un estudio reciente llevado a cabo por la Universidad Estatal de Ohio, EE.UU., en el que una pequeña úlcera por quemadura inducida en un grupo de personas de distinto genio, demostraba que a peor temperamento, más tardía resultaba la curación total de la herida. En aquellos que estallaban de ira con facilidad, la úlcera llegó a tardar en curarse hasta cuatro días más que en aquellos de temperamento medio.

Asimismo, la tranquilidad conferida tras la meditación frecuente combinada con un fuerte carácter espiritual parece continuar con la lógica de pensamiento basada en el estado mental. La Dra. Lili Feng, catedrática de Inmunología y Biología Molecular del Baylor College of Medicine, en Texas, realizó un estudio sobre longevidad y función de las células sanguíneas blancas, demostrando que la longevidad de los neutrófilos en los practicantes de Falun Dafa, una disciplina oriental de autodominio y meditación, se había prolongado tanto in vitro como in vivo; de igual forma, la función celular se había hecho más intensa y la fuerza de contracción cardiaca se incrementaba en un 175% durante la práctica de los ejercicios de dicha disciplina.

La misma y asombrosa relación entre mente y cuerpo expuesta por el Dr. Daniel Goleman, pionero del concepto de inteligencia emocional, se fundamenta en hechos tan contundentes como el aumento del índice de artritis en personas con tendencia a largos episodios de melancolía y pesimismo. Ni que decir de la inevitable relación entre temperamento y jaquecas, asma, úlceras gástricas y fallas cardíacas. En apariencia, la relación entre el componente psicosomático de las enfermedades y el estándar de vida del hombre actual se encuentran inevitablemente relacionados con la aceptación de las condiciones de vida y la medida de felicidad. O tal como la milenaria tradición china exponía, la puerta a una salud perfecta consiste en “las altas cualidades morales y un corazón con pocos deseos”.

1- La disciplina tradicional china Falun Dafa o Falun Gong


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