El Instituto Allen para las Ciencias del Cerebro dio a
conocer los primeros datos del primer mapa genético
completo de la médula espinal de un ratón
Madrid - 18/07/2008
Aunque el proyecto no llegará a término hasta el año que viene, la página web del instituto ha puesto libremente a disposición de estudiosos y expertos los datos de los que ya dispone. Se espera una avalancha de consultas y no es para menos: por primera vez se consigue abrir la misteriosa «caja negra» de las células de la médula espinal.
Allí se guardan muchas incógnitas de la parálisis, por enfermedad o por lesión. Sólo esto ya explica que entre los donantes del proyecto -cuyo coste asciende a 2.300 millones de dólares (1.450 millones de euros)- uno sea la Asociación de Veteranos de Guerra de Estados Unidos. Las guerras modernas dejan más paralíticos que en ningún otro momento de la historia. Eso se debe a que los adelantos médicos permiten hoy sobrevivir a heridas que antes eran mortales.
MUCHOS INTERROGANTES
Pero también en tiempos de paz hay abundantes bajas por lesión medular -muchas por accidentes de tráfico- o por enfermedades que amenazan el flujo nervioso entre las extremidades y el cerebro, como el mal de Lou Gehrig o la esclerosis múltiple, que en este momento padecen más de dos millones y medio de personas en todo el mundo. Lo cierto es que de la médula se sabe muy poco. Fue Jane Roskams, profesora del Brain Research Center de la Universidad de British Columbia, quien acuñó la expresión «caja negra» para referirse a los arcanos espinales. «Aunque la médula es relativamente muy pequeña, cualquier lesión o enfermedad que la afecte suele tener resultados catastróficos», afirma Roskams, «y eso se debe principalmente a que sabemos muy poco de los genes que controlan las distintas funciones».
La carencia de un mapa genético ha limitado hasta ahora muy seriamente todos los esfuerzos de investigación en este campo. Pero el coste no sólo en dinero sino también en tiempo lo hacía implanteable para muchos laboratorios e instituciones. Aquí entra en juego la potente garra filantrópica del Allen Institute, de la fundación de Paul Allen, ex socio de Bill Gates en Microsoft.
El Allen Institute for Brain Science, financiado en gran medida por Paul Allen pero sin excluir otras donaciones, algunas recaudadas directamente a través del Congreso norteamericano, tiene a gala «colgar» todos sus estudios en su página web. Allí los puede consultar libremente cualquier experto o estudioso, ahorrándose meses o quizás años de investigación. No existe en la actualidad ningún mapa genético de la médula, pero humanos y ratones comparten hasta un 90 por ciento de los genes.
UNA FILIGRANA TÉCNICA
De aquí la relevancia del estudio presentado en Washington. Técnicamente es una filigrana. Cada célula de la médula espinal de un ratón tiene 20.000 genes, aunque no todos están activos en todas las células. De todos modos los investigadores ya se han llevado sorpresas: esperaban que el índice de genes activos fuera mucho más bajo de lo que es. Cada descubrimiento parece abrir las puertas a incógnitas aún mayores.
Para el estudio se ha recurrido al análisis robótico de secciones de la médula espinal del espesor de una hoja de papel. El objetivo es determinar cómo se modifican las células afectadas por la lesión o por la enfermedad, y qué genes están implicados en cada cambio. Aislar el elemento que marca la diferencia entre la regeneración nerviosa o la muerte del nervio -o de su función-, que es lo que lleva a la parálisis.
El análisis comparativo de estos resultados con los que ya se conocen sobre el mapa genético cerebral de los ratones (completado en 2006) y del mapa genético cerebral humano (en curso) se parece a ir encendiendo una por una las luces de un castillo para tener visión de conjunto. Los científicos intentan, por ejemplo, determinar qué genes explican que el tejido nervioso dañado se regenere con mucha más facilidad en organismos jóvenes que en los de edad más avanzada. Hay posibilidades de curación que simplemente se pierden con la edad. Pero a este paso a lo mejor la ciencia será capaz de imitarlas o, al menos, de prevenir su merma.
Algunos participantes en el proyecto también creen que este mapa genético de la médula espinal podría llevarles a desvelar claves ocultas de enfermedades como la esquizofrenia o el autismo.
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