lunes, 31 de marzo de 2008

La mayoría de los

consumidores de plantas

medicinales se guía más por

un conocido que por el

farmacéutico.

La mayoría de los consumidores de plantas medicinales se deja orientar más en su consumo por un amigo o un familiar que por el farmacéutico, que es el profesional de la salud mejor formado en fitoterapia, según una encuesta realizada por el Centro de Investigación sobre Fitoterapia (INFITO) a más de 2000 personas mayores de 15 años.

Casi uno de cada tres españoles (el 32,8 %) consume preparados plantas medicinales con fines terapéuticos de manera habitual, pero la elección de las mismas se basa, en primer lugar, en el consejo de un amigo o familiar (31 %); seguido por el del dependiente de una tienda o de un herbolario (30,9%). La recomendación del farmacéutico sólo influye en el 9,3 % de los casos.

El profesional en quienes los consumidores confían más para dejarse asesorar sobre plantas medicinales es el médico, con un 37,6 % de todas las respuestas, a pesar de que en sus planes de estudios no se suele encontrar la fitoterapia. En segundo lugar está el dependiente de tienda o herbolario (18,6%), seguido del naturópata (12,9 %) y sólo en cuarto lugar está el farmacéutico (9,9 %).

“El farmacéutico es quien mejor está preparado para responder cualquier consulta sobre fitoterapia o uso terapéutico de las plantas medicinales, ya que se contempla en su plan de estudios”, comenta Concha Navarro, catedrática de Farmacología de la Universidad de Granada y presidenta de INFITO.

Los consumidores también desconocen el papel de la farmacia como único canal autorizado para la dispensación de medicamentos, estén basados en sustancias naturales o sintéticas, y sólo un 30 % adquiere las plantas medicinales en la farmacia, a pesar de ser el único canal autorizado de distribución de medicamentos, como destaca Concha Navarro.

“Cuando se busca una finalidad terapéutica, el lugar adecuado para adquirir un producto basado en plantas medicinales es la farmacia, como con cualquier medicamento, con sus controles, su eficacia demostrada y el asesoramiento de un profesional sanitario. A nadie se le ocurriría tomarse, por ejemplo, unos analgésicos que le hubieran vendido al peso en la calle o en una tienda, sin la garantía de las autoridades sanitarias”, añade.

Así, entre los motivos alegados para no comprar los preparados de plantas en farmacia figuran el no saber que las vendían, que no los tienen a la vista para escoger el que necesitan y que nunca les han dado información sobre los mismos. De hecho, un 30 % de quienes adquieren plantas medicinales en otros establecimientos confiesa que lo haría en la farmacia si en ellas les dieran más información.

Papel del médico

La principal conclusión de este estudio, sin embargo, es que los españoles siguen sin percibir los productos basados en plantas medicinales como medicamentos. Para cambiar esta percepción, la colaboración de los médicos podría ser clave. Así, son los profesionales en quienes más confían para que les pudieran asesorar sobre fitoterapia y uno de los acicates que impulsaría más a los no consumidores a utilizarla sería que éste la prescribiera (34,8 %), opinión que aumenta a medida que desciende el nivel de estudios de los consultados, y que también es más común entre los habitantes del País Vasco (42.2%) y los mayores de 51 años (40.5%).

No obstante, sólo uno de cada diez consumidores toma plantas que les haya recomendado su médico.“Los medicamentos fitoterápicos pueden ayudar a muchos pacientes a tratar y prevenir trastornos leves y crónicos y los médicos tenemos una gran responsabilidad en que se practique una fitoterapia racional, basada en la seguridad, calidad y eficacia.

Para ello es necesario resolver el problema de formación (en las Facultades de Medicina españolas, salvo excepciones, no se estudia la fitoterapia) y tener facilidad de acceso a fuentes de información”, explica el doctor Bernat Vanaclocha, director médico de INFITO.

Para tratar la indigestión y la ansiedad

Según la encuesta, la principal aplicación de la fitoterapia por los españoles es el tratamiento y la prevención de los trastornos del sueño y la ansiedad (57,3 %), seguida de su aplicación en los trastornos digestivos (con un 41,9 %) y los problemas circulatorios (17,7 %).

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