La investigación en medicina regenerativa atraviesa su segunda juventud, aunque aún no tiene aplicación clínica
AINHOA IRIBERRI - Madrid - 05/03/2008
Cuando se empezó a oír hablar de las células madre, un clima de optimismo envolvió a la comunidad médica. La teoría era sencilla: si se podían extraer y conservar células capaces de convertirse en cualquier tejido, la medicina regenerativa (hasta ese momento, atributo de superhéroes) sería una realidad, como también lo sería la cura de enfermedades que hasta entonces se habían resistido a la acción humana, en especial, las degenerativas.
Han pasado más de 10 años desde que los diarios comenzaron a hablar de “la revolución médica” de las células madre y lo cierto es que los tratamientos en humanos de este tipo no son aún práctica habitual en ningún hospital.
Sin embargo, el clima de optimismo recuerda el de los niveles iniciales. Una de las razones, sin duda, estriba en el descubrimiento, a finales del año pasado, de que células somáticas plenamente diferenciadas –como los fibroblastos de la piel– pueden ser reprogramadas en células similares a las embrionarias.
En su edición de la semana pasada, la prestigiosa revista New England Journal of Medicine publicaba el editorial Una nueva era para la terapia con células madre, donde se lee que, a pesar de las preocupaciones, existen “buenas razones para el optimismo”.
La revista de la Asociación Médica de EEUU, JAMA, publicada al tiempo una completa revisión sobre las aplicaciones clínicas de las células madre derivadas de sangre del cordón umbilical y de la médula ósea.
Los autores, de la Northwestern University (EEUU), comentan cómo el uso de estos tratamientos se está expandiendo más allá de la oncología –el trasplante de médula ósea es la cura para leucemias y otros tipos de cáncer desde hace cerca de 40 años– y explican cómo la medicina cardíaca y algunas dolencias autoinmunes se están beneficiando de forma activa de la medicina regenerativa.
España no sólo no es ajena a esta aplicación práctica de la medicina regenerativa –aún en el marco de ensayos clínicos–, sino que ha sido especialmente activa en este tipo de investigaciones.
Terapia celular para la ELA
El coordinador de terapia celular del Hospital Virgen de la Arrixaca (Murcia), José María Moraleda, dirige un innovador ensayo clínico en fase I (la etapa preliminar, que sólo prueba la seguridad) en el que a 10 pacientes de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) se les extraen células madre de la médula ósea para insertárselas en la médula espinal, en una delicada operación que ya se ha hecho a siete de los participantes, condenados a fallecer en pocos años si no se desarrolla un tratamiento nuevo.
Explica Moraleda: “De momento estamos satisfechos con cautela; insertar células madre en la médula espinal se ha hecho poquísimas veces en el mundo”.
Este especialista también dirige un ensayo con células madre para regenerar vasos sanguíneos en las extremidades inferiores. Sin embargo, se resiste a dar una fecha en la que estos tratamientos se ofrecerán a enfermos no participantes en ensayos clínicos: “La sociedad desconoce el tiempo que se necesita para demostrar las cosas. Hoy hay mucha prisa social, pero la ciencia va a otro ritmo”.
Moraleda concluye: “Estamos en la era de la medicina regenerativa”.
El que sí se atreve a hablar de fechas es el jefe del servicio de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, Francisco Fernández-Avilés, quien ha participado en varios ensayos clínicos con células madre en una indicación distinta, el infarto agudo de miocardio. “Se podría aplicar la indicación clínica rutinaria en infarto antes de que hayan pasado cinco años”, afirma.
Fernández-Avilés añade que, en la práctica, ya se ha demostrado que la aplicación de células madre derivadas de la médula ósea es segura, por lo que puede ser investigada a gran escala.
Y comenta que se está preparando un estudio a gran escala europeo, en el que investigadores españoles tienen intención de participar, aunque no sabe si lo lograrán.
“El gran drama es que la investigación con células madre no involucra productos explotables comercialmente; al no haber ningún interés económico, toda la investigación ha de derivar de fondos públicos y aunque no nos podemos quejar, los esfuerzos aún son insuficientes. Que participemos o no en este ensayo dependerá del presupuesto”, asevera.
Respecto a la investigación con células madre embrionarias, el experto advierte de que se tienen que usar inmunosupresores, así como de que existe el riesgo de que crezcan de manera incontrolada y se produzca cáncer, por lo que es más cauteloso a este respecto: “El riesgo será más alto cuanto más se parezcan a las embrionarias”, apunta sobre las células madre pluripotenciales derivadas de la piel.
El especialista del Hospital de Madrid Jaime Pérez de Oteyza, que participó en un ensayo clínico en el Hospital de La Paz con células madre para el infarto, asegura para terminar que el elevado nivel investigador de los científicos españoles en esta materia permite ser optimista de cara a un futuro no muy lejano.
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