sábado, 12 de abril de 2008

'Ahora las revistas se

protegen más de posibles

fraudes'

El editor de la revista 'nature medicine' habla de las presiones que padecen las publicaciones científicas y de los filtros que es necesario imponer

Pregunta.- En el Instituto Cajal pudo conocer de primera mano la investigación que se realiza en España. ¿Qué opinión le merece?
Respuesta.- Cuando estuve aquí, hace 10 años, me parecía que el nivel no era bueno por la cultura del funcionariado. La plantilla comenzaba a hacerse vieja y no tenía interés. Afortunadamente, las cosas han cambiado. Hay más dinero, los investigadores son más jóvenes y muchos se han formado fuera y saben lo que hay que hacer.

P.- ¿Qué caracteriza a las revistas científicas de ahora?
R.- Cuando empezaron eran menos especializadas. Pero han surgido más disciplinas y la producción es abrumadora. Se han creado nuevas revistas para solucionar estas dos cuestiones. Al mismo tiempo, las publicaciones se han convertido en una especie de filtro. Las más visibles recogen lo que interesa a todos los científicos, independientemente de su especialidad.

P.- ¿Esa sobreproducción de material científico es lo que provoca que se rechacen tantos estudios?
R.- Nosotros intentamos publicar los artículos que son más originales. Lo que nadie ha dicho. Y siempre pedimos que se realice el experimento difícil. Pero estamos en un nivel en el que ya no se rechazan cosas de calidad por falta de espacio.

P.- ¿Les llegan trabajos muy mal realizados?
R.- Bueno, hay algunos estudios que son tan malos que no merece la pena ni imprimirlos. Otros simplemente lo son porque el científico no fue lo suficientemente riguroso.

P.- ¿Se encuentra mucho plagio?
R.-
Hay distintas formas. El que consiste en robar la propiedad intelectual de alguien es bastante raro. En todo el tiempo que llevo en el grupo 'Nature' he oído un par de casos. Otra cosa es lo que se conoce como autoplagio, que es mucho más común y se produce cuando los autores cortan y pegan párrafos de otros artículos que han escrito ellos mismos o cuentan lo mismo pero con distintos adjetivos. No hay un reglamento oficial que lo penalice pero a la comunidad científica no le gusta que ocurra.

P.- ¿Y el fraude? ¿Todavía hay quien se atreve a cometerlo?
R.-
Ahora mismo creo que el fraude científico es mucho más problemático porque no sólo tiene repercusiones científicas sino también financieras. Si alguien está invirtiendo en una investigación, la presión por publicar es muy grande. Además, cada vez es más difícil encontrar trabajo como académico y la mejor manera de lograrlo es firmando un artículo que se considera un 'pelotazo'. Las revistas conocen esta problemática y ahora se protegen más, especialmente si se trata de un tema relacionado con la clonación.

P.- A pesar de los controles, las grandes publicaciones siguen corriendo el riesgo de albergar un estudio fraudulento...
R.-
Son muy pocos los casos de fraude malintencionado, como de uno por cada 1.000. La gente se lo piensa mucho antes de cometerlo. Ahora sí, esto es como con los bancos. Si lo haces no es para robar 1.000 euros, lo que equivaldría a una revista más especializada, sino para llevarte cinco millones de euros. Vas a lo grande, aunque tienes más probabilidades de que te pillen, porque quieres que tu carrera avance. Si logras salir en 'Nature' vas a tener mucha visibilidad pero a la vez van a mirar los resultados con lupa y, si te cogen, tu carrera científica se puede acabar.

P.- ¿Se puede confiar en los estudios firmados por la industria farmacéutica?
R.-
Que un artículo venga de una farmacéutica no lo descalifica, sólo hay que saber que tiene unos intereses financieros, fruto de una inversión económica que se quiere recuperar. Si no somos capaces de entender eso, sería tener una visión un tanto romántica de la vida. Esto no quiere decir que se les pueda dar carta blanca.

Fuente:EL MUNDO

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