lunes, 1 de septiembre de 2008

Postrada 25 años por una esclerosis múltiple y sin

ayudas de la Ley de Dependencia


Un jubilado vecino de Alaquàs lleva 16 meses esperando una respuesta del Consell a su solicitud de ayudas de la Ley de Dependencia. Su esposa padece esclerosis múltiple desde hace más de 30 años, tiene ya una pérdida de movilidad del 90% y apenas ve.





Isidro traslada a su esposa de la habitación al comedor con un aparato especial que él mismo ha tenido que costear.

Cuando se aprobó a Ley de Dependencia, Isidro Panadero pensó que "por fin" llegaba la solución para miles de familias, entre ellos la suya. "Las personas que más lo necesitan iban a tener una ayuda y eso era una alegría", recuerda. La gestión que el Consell que preside Francisco Camps está haciendo de esta ley ha sido un auténtico mazazo para él y su familia. "Si ya es duro ser dependiente o tener un familiar que necesita ayuda, más lo es que la Generalitat te abandone", explica.

Su mujer, Carmen Gallego, sufre desde hace 30 años esclerosis múltiple y ya necesita asistencia completa para casi todas sus funciones vitales. Ve muy poco, apenas puede articular palabra y tiene una pérdida de movilidad del 90% en su cuerpo. "Hasta si le pica una mosca tenemos que rascarle nosotros", explica Isidro.

No obstante, a pesar de haber presentado la solicitud de las ayudas a la dependencia en la primera semana de apertura del plazo, hace ya más de un año, todavía no ha recibido ni la respuesta de la Conselleria de Bienestar Social a la evaluación que le realizaron, "y eso que el inspector nos dijo que era un caso de máxima urgencia".

Panadero, que lleva tres décadas costeando asistencia médica, rehabilitación, medicamentos, cuidados especiales -llegó a pagar de su bolsillo una persona interna durante años-, obras para adaptar su vivienda y todo tipo de mobiliario articulado, se jubiló hace varios meses. Con su pensión actual de 724 euros -la enfermedad de su mujer le obligó a ser autónomo los últimos 25 años, por lo que tiene una paga inferior a sus cotizaciones anteriores-, más la no contributiva de 208 euros de Carmen, no tienen suficiente dinero para costear la asistencia. Mientras las prestaciones de la dependencia no llegan, Isidro y Carmen subsisten con la ayuda de sus hijos, que les apoyan para pagar a la cuidadora, aunque se ha reducido su jornada a unas horas a la semana.

Sin tratamiento para ella

A Carmen Gallego le fue detectada la enfermedad a los 32 años, cuando su segundo hijo acababa de nacer. Le diagnosticaron esclerosis múltiple. "Entonces el único tratamiento eran los corticoides pero no curaban. La esclerosis evoluciona de muchas formas y aún no hay un tratamiento definitivo", explica Isidro Panadero.Así que los años fueron transcurriendo y avanzó la enfermadad. Hace 25 años, Carmen comenzó a usar silla de ruedas y hace 20 ya había perdido casi toda la movilidad. Desde hace 10 años, apenas tiene visión y tampoco puede articular bien los sonidos.

En este tiempo, Isidro ha realizado obras, tanto en su primera casa de Aldaia como en la actual de Alaquàs, para adaptar el baño. Ha tenido que ir comprando una cama electrónica móvil, una silla especial, un sofá adaptado y recientemente una pequeña grúa para trasladar a Carmen de su habitación al comedor. Ha costeado rehabilitación privada y, hasta hace muy poco, cuando Carmen consiguió cartilla de pensionista, pagaba los medicamentos. Todos estos gastos ha tenido que asumirlos prácticamente sin ayudas ya que únicamente dispone del servicio de ayuda a domicilio del ayuntamiento. "Sólo tuve una pequeña subvención la primera vez que reformé el baño y para la grúa, lo solicité tres años seguidos sin respuesta de la Generalitat y el cuarto me vino denegada", explica. En su jornada diaria, está prácticamente las 24 horas dedicado a Carmen. "Por la noche hay que moverla varias veces para que no se llague", explica.

Por la mañana, a las 10 llega la ayuda a domicilio que la asea. Luego desayuna y la trasladan al comedor con la grúa, donde está en un sillón especial hasta después de comer. Tras una siesta, si el tiempo lo permite, sale un rato a la calle en silla de ruedas. Desde hace años, día y noche, la radio es la gran compañera de Carmen.

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