Tai Chi, la meditación
en movimiento
--Los movimientos son lentos.
--Ayuda a prevenir enfermedades.
--Aporta elasticidad y flexibilidad.
MANJULA BALAKRISHNAN. 29.02.2008
Éste es uno de los productos resultantes de la teoría taoísta del ying y el yang, dos fuerzas opuestas pero complementarias. El origen de esta práctica oriental es un arte marcial, una técnica de lucha de la antigua China. Pero a mediados del siglo XIX se descubrieron sus propiedades terapéuticas y revitalizantes y desde entonces se ha usado en combinación con la medicina tradicional china para aumentar el potencial físico y psíquico y encontrar el equilibrio.
Esta disciplina pretende armonizar cuerpo, mente y espíritu. Es recomendable para cualquier persona, sea cual sea su edad, sexo o condición, y se centra en buscar la energía interna o «ki». Sus objetivos son vencer el movimiento con la quietud, la dureza con la suavidad y la rapidez con la lentitud.
Técnica
En una sesión de tai chi se realizan ejercicios de relajación, respiración y meditación. La relajación tiene como objetivo regular el cuerpo, ayudar a corregir posturas inadecuadas y evitar que la energía interna se obstruya. Hay posturas específicas para funciones determinadas. Los ejercicios respiratorios son abdominales y regulan los ritmos biológicos. Mediante la meditación controlamos el corazón y la mente. El conjunto de estas técnicas se traduce en una serie de movimientos lentos que nos hacen mover todos los músculos, tendones y articulaciones, dándonos elasticidad y flexibilidad.
Beneficios
Se considera que esta práctica ayuda a la prevención y curación de diversas enfermedades: artritis, hipertensión, depresiones, anemias, problemas respiratorios, digestivos y del corazón. Contribuye a fortalecer la resistencia ósea y se recomienda a personas con dolores musculares, contracturas en la espalda, desviación de columna y hernias discales. Al parecer sus resultados se ven más rápidamente en las personas de edad, en las que mejora el sentido del equilibrio, la coordinación y la memoria. Los movimientos lentos y acompasados inciden sobre el sistema nervioso central, combatiendo el estrés. Es especialmente beneficioso para las mujeres embarazadas, ya que los movimientos de la zona pélvica ayudan a la correcta colocación del feto.
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