Editorial de el Periódico de Catalunya.
A pesar de que la jubilación oficial está fijada en 65 años, los españoles se retiran a una media de edad de 62. Y por sorprendente que parezca, estamos nada menos que cinco años por encima de la media europea, tres más que en Alemania y cuatro más que en Estados Unidos.
A pesar de que la mayor parte de los ciudadanos españoles están convencidos de que los gobiernos, todos los europeos en general, terminarán tomando medidas --recortando o endureciendo-- para reducir el gasto del sistema público de pensiones, solo un 30% cuenta con un instrumento de previsión complementario del público.
Dado que la esperanza de vida en España está en 79,7 años --frente a los 78,3 de la media europea--, cada jubilado ha de vivir con la pensión pública casi 18 años. Pero mientras la demografía mantenga la tendencia actual, es decir, mientras la tasa de reposición de cotizantes, que son los que mantienen el sistema, continúe bajando, habrá que hacer algo. Los expertos insisten en animar a los políticos a que se pongan de acuerdo en una fórmula que garantice el futuro de las pensiones, aunque pase por la reducción de su cuantía.
Puede que sea excesivo imponer como obligatoria la suscripción de un plan complementario, ya sea público o privado, tal como hicieron el viernes pasado en Madrid los analistas de la Fundación de Estudios Financieros. Aunque también es cierto que, a la vista del número de españoles que son partícipes en planes privados, ya sean individuales o de empresa, no da la sensación de que entre los ciudadanos exista una conciencia clara de los problemas que pueden aparecer en un futuro no tan lejano.
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