Campañas de salud
pública que no
llegan al ciudadano.
Este tipo de políticas deben superar todavía numerosas barreras
E.M.C., Bien
La Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria ha presentado esta semana los resultados del Informe Sespas 2008, un documento con el que esta entidad científica repasa la situación de la salud en nuestro país. El trabajo reúne las aportaciones de 79 expertos que han analizado desde diferentes ópticas si es posible mejorar la efectividad de las intervenciones públicas sobre la salud de los ciudadanos.
Aunque nuestro país ocupa el cuarto puesto mundial en algunos indicadores de salud, según apuntan desde Sespas, el sistema español tiene importantes limitaciones que es preciso superar, en opinión de los autores de este trabajo.
Para Beatriz González, editora del informe, existe un problema de base: "los ciudadanos empiezan a estar más preocupados por la vivienda, la inmigración o la economía que por la salud". Un punto que discute Ildefonso Hernández, también editor de este trabajo, que añade que la salud es uno de los grandes asuntos del siglo XXI y que, de hecho, se convertirá en un importante motor económico.
En opinión de González, esta actitud, lejos de ser una señal de que no hay problemas en el sistema sanitario, revela una especie de "inconsciencia colectiva sobre problemas como la obesidad y la medicalización de la vida y de la sociedad".
Para la especialista, la salud también queda fuera de la pantalla de los gobiernos. De igual manera que una obra de infraestructura pública lleva parejo un informe de impacto ambiental, el desarrollo de determinadas políticas al margen del ámbito sanitario también debería contemplar el efecto sobre la salud del los ciudadanos, en la medida que "la salud no se genera sólo con las políticas de sanidad", asegura la especialista. "La salud de las personas no sólo depende de la genética, la biología y los hábitos de vida, sino también de las políticas públicas, por eso debemos plantearnos quién tiene la responsabilidad de pensar en ellas y en su impacto en la salud", añade. A modo de ejemplo, González explica que la Dirección General de Tráfico o la iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona para promover el alquiler de bicicletas tienen más repercusión en la salud de los ciudadanos que muchos programas asistenciales.
Por otra parte, los expertos en salud pública echan en falta un sistema completo de información sanitaria, fragmentado ahora en 17 comunidades autónomas. En sus palabras, no existe un sistema que proporcione información sobre indicadores de salud que les permita distinguir dónde se están aplicando políticas efectivas que puedan extenderse a otros territorios.
En la misma línea, los especialistas inciden en la importancia de tomar como referencia las políticas de salud pública que han logrado su objetivo. Uno de los capítulos de este informe compara el éxito de las políticas públicas relacionadas con el consumo de tabaco, que culminaron con la aprobación de una ley que ha tenido una efectividad en el cambio de hábito, con el fracaso de los intentos por sacar adelante una ley del alcohol. Para ello, consideran que en primer lugar es preciso que la sociedad esté madura para admitir una regulación de este calado, e insisten en que, además, han de ser capaces de hacer llegar a los ciudadanos un mensaje claro, que no pueda ser tergiversado por los grupos de presión.
Marketing en la salud
Los expertos en salud pública admiten que, en general, no se sabe "vender la salud". De ahí que uno de los capítulos de este informe aborde cómo se puede lograr mejorar en este punto para conseguir ayudar a los ciudadanos a cambiar su forma de vida hacia modelos más beneficiosos.
De la misma manera que se utilizan estrategias de marketing para posicionar un producto en el mercado, estas técnicas se han convertido en un aliado valioso para impulsar cambios en el estilo de vida de los ciudadanos.
Según los autores del informe, el marketing social se ha aplicado satisfactoriamente en numerosas ocasiones para cambiar creencias y conductas no deseadas con respecto a hábitos alimenticios o al abuso de drogas, por ejemplo. Para lograr que un programa de este tipo sea eficaz, entre otros muchos aspectos, los autores de este capítulo apuntan que es imprescindible pensar en sus efectos a largo plazo, así como utilizar la investigación de mercados para obtener información de base sobre la que trabajar, y dirigir los mensajes a colectivos concretos, en lugar de pensar en un destinatario general.
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