lunes, 11 de abril de 2011

Infiltrar toxina botulínica

guiada por ecografía optimiza

los beneficios en espasticidad

La utilización de Toxina Botulínica (TB) para el tratamiento de la espasticidad cuenta con el mayor nivel de evidencia científica y clínica; sin embargo, sus beneficios pueden incrementarse aún más si su infiltración se efectúa utilizando como guía los modernos recursos ecográficos. Esta fue una de las principales conclusiones que se obtuvieron en la IV Jornada de Actualización en Toxina Botulínica y Rehabilitación (Reabox 2011), celebrada en Sevilla y organizada por Allergan con el aval de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF).
Cerca de un centenar de médicos rehabilitadores se dieron cita en este evento, en el que se contó con las aportaciones del Dr. Franco Molteni, una de las referencias internacionales en el empleo de modernas técnicas de rehabilitación, fundamentadas en el uso de la robótica y los recursos Web 2.0. Además, en esta reunión se llevaron a cabo también dos talleres prácticos, enfocados a mejorar tanto la localización muscular con ecografía como la infiltración de la toxina botulínica guiada por esta técnica. Se trata de la primera formación de un grupo tan numeroso de rehabilitadores españoles en ecografía.

Y es que, como indicó el Dr. Lluís Girao, jefe del Servicio de Rehabilitación y Medicina Física del Hospital de Mataró (Barcelona), “de la correcta administración de la TB en el interior de los músculos diana a tratar depende en gran medida conseguir el mayor efecto terapéutico y minimizar los efectos indeseables”. De hecho, añadió este experto, “la falta de respuesta al tratamiento con este fármaco en pacientes seleccionados se relaciona fundamentalmente con errores de localización del músculo diana (mayor número de errores a mayor profundidad y menor tamaño muscular) y la difusión de la TB hacia músculos no seleccionados”.
Mejorar resultados: un objetivo posible
Tal y como se puso de manifiesto en este foro, un concepto que persiste en la práctica diaria es el de valorar el uso de técnicas que permitan guiar la infiltración con TB en función de la profundidad del músculo diana. Así, se distingue entre la infiltración de grupos musculares superficiales (visibles y accesibles), que no precisa de medio complementario para localizar el músculo, e infiltración en músculos profundos o de pequeño grosor, donde se recomienda utilizar un medio complementario de localización muscular para asegurar que la TB se deposite en el músculo diana.
En los últimos años se han desarrollado múltiples estudios y revisiones bibliográficas que apoyan el uso de determinadas técnicas para guiar las infiltraciones. “La elección de la técnica a utilizar debería estar fundamentada en las características del propio paciente, las características del músculo diana, la evidencia científica disponible y la destreza del responsable de la administración”, afirmó el Dr. Guirao.
Entre los diferentes métodos de localización muscular para la administración de la toxina botulínica se puede optar por la infiltración por guía anatómica o palpación, la electromiografía, la electroestimulación y la ecografía.
Con este último recurso, según comentó el Dr. Lluís Guirao, se obtienen algunas ventajas importantes, puesto que “es una técnica inocua, permite el control sobre la profundidad de la inyección, facilita el visionado y el control de las estructuras adyacentes y evita infiltraciones en lugares no deseados”. Además, añadió, “permite realizar exploraciones dinámicas, reduce las complicaciones (como los hematomas) y puede usarse de forma simultánea a otras técnicas de localización”.
Igualmente, la presidenta de SERMEF, Inmaculada García Montes, resaltó otra ventaja adicional de la ecografía, “y es que se trata de una herramienta disponible en la mayor parte de hospitales”. En su opinión, “la ecografía es una técnica de imagen indolora que resulta de gran utilidad para guiar procedimientos intervencionistas como la infiltración de TB, siendo una herramienta fiable que permite analizar en tiempo real el músculo a tratar, las estructuras adyacentes y controlar el avance de la aguja en el tejido”. En su opinión, “la infiltración de TB guiada por ecografía es una técnica que nos permite tratar más músculos y de mejor manera, con más eficacia (aportando mayor funcionalidad al paciente) y rentable”.
Respecto al coste derivado de este tipo de intervención, la presidenta de SERMEF dejó claro que “la infiltración de TB en pacientes con una indicación clara abarata costes directos e indirectos, puesto que, entre otras cosas, permite reducir sesiones de rehabilitación que, en la mayor parte de los casos, no van a producir una eficacia clínica tan evidente que con el empleo de este medicamento”.
Toxina botulínica y espasticidad
La espasticidad constituye un problema médico de incidencia y trascendencia elevadas tanto en la infancia (asociada a parálisis cerebral) como en la edad adulta (principalmente derivada de un ictus). Se calcula que en España 10 de cada 1.000 habitantes presentan espasticidad, por lo que se estima que entre 300.000 y 400.000 personas padecen esta afección.
Entre otras alteraciones, la espasticidad puede ocasionar trastornos del desarrollo en la infancia, disminución de la capacidad funcional, posturas anómalas, dolor y trastornos estéticos e higiénicos. Su evolución natural tiende hacia la cronicidad, acompañada de fenómenos estáticos por alteraciones de los tejidos blandos. Además, afecta de modo significativo a la calidad de vida del paciente y de su familia.
La espasticidad es un síntoma que refleja un trastorno motor del sistema nervioso en el que algunos músculos se mantienen permanentemente contraídos. Dicha contracción provoca la rigidez y acortamiento de los músculos e interfiere sus distintos movimientos y funciones: deambulación, manipulación, equilibrio, habla, deglución, etc.
El tratamiento de la espasticidad es complejo y requiere una intervención multidisciplinaria. La base fundamental es la terapia combinada, que debe incluir tratamiento junto con la terapia física. En la última década, la espasticidad focal se ha tratado con la toxina botulínica tipo A. La implementación de este tratamiento ha demostrado, entre otros beneficios, que puede mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes espásticos, disminuyendo consecuencias graves resultantes de posturas anormales prolongadas, al igual que el desarrollo de deformidades articulares debido a contracturas musculares.


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