miércoles, 25 de julio de 2007

SILLA DE RUEDAS




SILLA DE RUEDAS: ALIADA, NO ENEMIGA
Mario Rivas



La silla de ruedas es un aparato de gran utilidad para transportar a personas que no tienen la posibilidad de caminar; para que esta herramienta cumpla con tan importante función, debe elegirse según las necesidades de cada individuo y contar con espacios adecuados para su desplazamiento.

Hay quienes ven en la silla de ruedas un sinónimo de incapacidad o inutilidad, por lo que puede resultar molesta la idea de pensar en utilizarla; además, muchas historias se cuentan sobre su incomodidad o acerca de que son estorbosas. Quizás los detractores se basen en testimonios de personas que realizaron una mala elección, pues para muchas otras son instrumentos muy útiles que brindan posibilidad de movimiento independiente y que, gracias a innovaciones y mejorías, son cómodas, ligeras y con diseños atractivos.

Para lograr que esta herramienta sea de utilidad y no producto de numerosos dolores de cabeza, presentamos a continuación una serie de recomendaciones prácticas para una correcta elección.

Una para cada necesidad
El uso de dicho instrumento está determinado por factores como padecimiento de una enfermedad o lesión que impide caminar, debilidad para recorrer largas distancias o periodos de recuperación luego de una cirugía, y para lograr la mejor elección se necesita la asesoría de un profesional calificado (médico rehabilitador, ortoprotésico) y la opinión y fisonomía del paciente con base en tres puntos básicos:

Posibilidades para maniobrar.
Actividades que se realizarán.
Principal lugar de movimiento.
Respecto al primer punto, debe considerarse si será necesario que alguien auxilie en el desplazamiento (en cuyo caso el instrumento contará con mangos de empuje adecuados), o se cuenta con la posibilidad de dar tracción de forma independiente al maniobrar las ruedas; además, cuando el paciente es capaz de realizar transferencias autónomas, la silla debe estar a la altura de cama o inodoro, por ejemplo. Finalmente, se tomará en cuenta que si el uso se debe a una enfermedad degenerativa, el aparato debe contar con la capacidad de ser modificado o de que se le añadan nuevos componentes, pues será empleado por tiempo prolongado.

Respecto a las actividades, es necesario tomar en cuenta la necesidad de plegar la silla con frecuencia; en tal caso se buscará un modelo desmontable sin necesidad de herramientas y que ocupe espacio razonable para su traslado. Ahora bien, si se practican deporte o actividades de ocio, debe tratarse de un instrumento fabricado con materiales ligeros y resistentes, en tanto que si se necesita acercarse a mesas con frecuencia, se dispondrá de reposabrazos especiales para escritorio; por cierto, éstos y los reposapies deben ser plegables si los espacios disponibles para desplazarse son muy reducidos.

Por último, si este instrumento es utilizado en el exterior, requerirá de llantas neumáticas (que requieren aire), además de que las ruedas delanteras serán de tamaño mediano; en cambio, si los desplazamientos se dan en interiores necesitará llantas macizas y ruedas delanteras pequeñas. Asimismo, si la región en que se vive es húmeda, los materiales deben resistir la oxidación.

Además de los ya citados, existen otros criterios importantísimos para la mejor elección, como las dimensiones corporales. Para saber cuál es el tamaño más adecuado se requiere de la colaboración directa del usuario, quien bajo asesoría de un especialista se sentará en la silla y adoptará una postura correcta que permita observar los principales detalles:

El espacio entre muslos y reposabrazos debe ser de 2.5 centímetros (dos dedos) a la izquierda y a la derecha; será mayor si se utiliza ropa muy ancha en invierno.

Deben existir entre 3 y 5 centímetros de distancia entre el asiento y la parte posterior de la rodilla.
La inclinación del asiento debe ser de 100 a 110 grados.
La flexión del brazo al tomar el aro propulsor debe permitir una manipulación adecuada y facilitar la tracción
El reposabrazos debe estar 2 centímetros por encima del codo con el brazo extendido, y los reposapies a 10 centímetros del piso para evitar tropezones.
Las dimensiones de la silla deben adaptarse al individuo y nunca al revés, pues si este aditamento es proporcionalmente más pequeño o más grande, se ocasionarán graves problemas de salud y comodidad.

Razones de seguridad
No hay que dar nada por hecho, de modo que es muy importante que todo usuario se cerciore que la silla soporta su peso y es estable ante el riesgo de sufrir una caída en pendientes, curvas o desniveles. También debe cuidarse que queden 5 centímetros a cada lado de la silla al pasar por puertas (una silla de 70 centímetros requerirá puertas de 80); se deberán contemplar estos detalles antes de comprarla o rentarla.

También es prudente preguntar por el tiempo medio necesario para reparar este artefacto, si se dispone de piezas de repuesto y cuáles son los plazos de entrega, y si se presta otra silla mientras la del usuario se encuentra en reparación. Todo instrumento de este tipo debe acompañarse de un libro de uso y mantenimiento, el cual debe ser sencillo, contener instrucciones claras y estar redactado en castellano, y contar con cuando menos un año de garantía.

Finalmente, la casa requerirá de algunas modificaciones para el buen funcionamiento de la silla de ruedas:

El piso sobre el que se realizarán los desplazamientos deberá estar limpio, seco, iluminado y libre de objetos, incluyendo tapetes.
Los cables eléctricos no deberán estar tendidos sobre áreas de tránsito.
Si hay pasillos o corredores en la casa, el usuario de la silla circulará siempre al costado derecho para permitir que los demás habitantes del lugar tengan espacio para moverse con libertad.
Se evitarán siempre desplazamientos a alta velocidad.
Recuerde que de una buena primera elección dependerá la movilidad adecuada en momentos posteriores, así que no escatime en tiempo para cuidar estos detalles

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